martes, febrero 22, 2011

Oda a Maribel y "por todos mis compañeros"

Después de darle muchas vueltas y tras descubrir que el tema del visado para trabajar estaba más que imposible, decidimos darle otra oportunidad a Nueva Zelanda alargando nuestra visa de turista tres meses más. Quizás se diera el milagro y Peter Jackson nos llamaba... o no.
En cualquier caso, había que conocer ese país increíble de cabo a rabo. Nuestra primera opción era alquilar un coche, comprar una tienda de campaña y lanzarnos a la aventura. La segunda y más atractiva se decantaba por una autocaravana, pero estaba fuera de presupuesto. Finalmente nos decidimos por comprar una furgo dado lo amplio del mercado de vehículos de segunda mano que hay en NZ.
Dimos con Maribel un poco de casualidad, habíamos visto muchas carracas con trillones de años y todos los kilómetros a precios desorbitados. Maribel estaba en el mismo rango en cuanto a kilómetros y vejez pero nos la dejaron a buen precio... así que tiramos de equipamiento "campista-dominguero" y comenzamos un viaje de dos meses largos por todo el país durmiendo a veces en campings, a veces en albergues y a veces en medio del camino.

Nuestro recorrido empezó con Gabriele, un italiano que estaba dándose una vuelta por Nueva Zelanda en busca del sentido de la vida, lo conocimos en la escuela de inglés en Wellington y enseguida hicimos buenas migas. Juntos vimos la mayoría de la isla norte de abajo a arriba, sus volcanes, geisers, verdes valles y ovejas mil. Juntos conocimos a Vered y a Maaike.

La primera, una israelí de semi año sabático disfrutando de unas buenas vacaciones que conocimos en Taupo; la segunda de Holanda, de camino a Australia con una visa de trabajo por un año... su inglés era para echarse a llorar ¡je, je! con Maaike coincidimos en Napier, Paihia y finalmente en Auckland.
Ya casi al final nos encontramos a Matthias, un alemán encantador que quería aprender a hacer surf en Raglan... estaba dando la vuelta al mundo raudo y veloz antes de seguir con su vida en Munich.
El 4 de enero, Kike y Elena aterrizan en Nueva Zelanda y se nos unen tres días más tarde para bajar en busca de las mil y una maravillas de la isla sur. Nos habían hablado muy bien de esta parte del país y sin duda en seguida se convirtió en nuestra preferida por sus altos picos nevados que a Maribel tanto le costaba subir, por sus carreteras al borde de acatilados, por sus glaciares y sus fiordos... y por alguna que otra maravilla que no nos dio tiempo a ver... para la próxima ¡porque habrá una próxima! dentro de una tacada de años, así que a todo aquel que quiera unirse ¡que vaya ahorrando!

La primera noche que dormimos en la furgo fue bastante rara, el cubículo aunque amplio no dejaba de ser pequeño y con poca sensación de seguridad; pero a partir de la segunda, roncamos como bebés bronquíticos ¡je,je!. Es indescriptible el momento de despertarse, descorrer las cortinas y descubrir el paisaje... o abrir el techo solar y domirse bajo un racimo de estrellas... montar el camping gas y cocinarte un poco de pasta o hervir el café por las mañanas en el merendero más cercano de camino al siguiente destino son estupideces que recordaremos el resto de nuestras vidas.
Por supuesto, también tiene sus inconvenientes, en Auckland Maribel se nos quedó sin agua. ¿Qué me dijo mi madre cuando empezamos el viaje? "de vez en cuando mirad el agua"; ¿qué nos dijo el mecánico que le hizo la puesta a punto en Wellington? "de vez en cuando chequead el agua", ¿qué hicimos nosotros? ¿no mirar el agua? ¡premio para la señorita de los pelos largos y para el chaval de las barbas! Así que nos gastamos en el arreglo más o menos lo mismo que nos había costado... porque si entenderse con un mecánico en español es complicado, en inglés ni te cuento!!!!! así nos enteramos de que en realidad a nuestra querida Maribel le funcionaban solo tres de los cuatro cilindros que suponíamos que tenía y aprendimos un montón acerca del sistema de refrigeración de una Nissan Serena... eso sí, en ingles. Por otro lado, los coches viejos consumen una barbaridad y maribel tenía sed... mucha, muuuucha sed ¡siempre! ¡je, je!
Revenderla también fue tarea ardua y complicada porque nuestro periplo terminaba en donde termina todo hijo de vecino, en Chirstchurch. Así que allí estábamos todos juntos intentando vender nuestros bugas donde apenas había compradores. Esperamos unos días, bajamos el precio, nos desesperamos, bajamos más el precio, la llevamos a una subasta y finalmente se la encasquetamos al mejor postor que resultó ser un taller mecánico que revendía los vehículos en Auckland, ciudad donde todos los mochileros aterrizan ávidos de aventuras y con los bolsillos repletos de petrodólares dispuestos a invertir en furgonetas de segunda mano... Habían pasado diez días y nos queríamos ir a Australia, asíque cogimos el dinero, le dijimos adios a Maribel y nos fuimos directos al aeropuerto. Hoy nos hemos enterado de que otro terremoto ha azotado Christchurch, y nos preguntamos qué habrá sido de Maribel... aunque sea lo menos importante.

Como decía, la vida del hippie zarrapastroso no está nada mal, nos habituamos a ella con una facilidad que a día de hoy nos da qué pensar ¡je, je! pero Nueva Zelanda está muy bien equipada para esta práctica. El gobierno tiene campings del departamento de conservación repartidos por todo el país que son muy baratos y que están plantados en medio de reservas naturales aunque la mayoría cuentan con lo básico que es baño y barbacoa ¡je, je! Además muchas ciudades y pueblos grandes tienen duchas a dolar al lado de los centros de información. Incluso en los albergues nos hacían un hueco en su parking con derecho a baño y cocina por un más que módico precio. Lo peor, los mosquitos de la isla norte y las moscas de la arena de la isla sur que aunque enanas se te comen enterito en un periquete. Un truco: listerine bucal, algo pegajoso pero las mantiene a raya durante un rato. Aún a día de hoy, nuestras pantorrilas llenas de marcas dan fe del pasado campestre y es que rascarse es todo un placer ¡je,je!

 En Wellington hicimos muy buenos amigos, dejamos algunas imágenes en las que seguramente nos falte gente...es lo que tiene el viajar, que se conocen grandes personas independientemente de su tamaño... y es que aunque las cosas no hayan salido como esperábamos y no consiguiéramos trabajar en el Hobbit ni empezar nueva vida en Kiwilandia, incluso aunque finalmente tuviéramos que volver a nuestras rutinas de antes... lo haremos con esta mini vida de seis meses con nosotros y en nuestro recuerdo para siempre. 


4 comentarios:

  1. holaaaaaaaaa increible vuestro blog!!!!!una cosita com ohicisteis para ampliar el visado de turista????fuisteis con el de turista desde el principio no?????no pensasteis en el WHV?????

    gracias!!!!

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  2. Hola!! Puedes ir a cualquier oficina de Inmigración con el pasaporte, un par de fotos, un justificante de que tienes fondos ($3000 por 3 meses) y previo pago de 70€ (aprox.) te dan otros tres meses como turista... la WHV? se nos pasó la edad... jejeje

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  3. aaaaaaaaaaaaaah ok ok pues gracias es mas que nada por si no la conseguimos la whv en abril por saber q mas opciones teniamos......GUAY!!!!!!

    o sea que es como sacarte el visado de turista otra vez no???pero alli..........

    gracias!!!!!!!!!!!!

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