miércoles, febrero 18, 2015

Cono Sur 3: Patagonia Argentina.

La idea era verlo todo en el camino, descorrer la cortina y mirar por la ventana de tanto en vez, y así lo hicimos. Pampa y pampa y más pampa para luego pasar a patagonia, patagonia y más patagonia. Primera parada Puerto Madryn, en principio no habíamos pensado pasar por aquí pero era un buen alto de camino al fin del mundo y nos habían hablado maravillas de su fauna. Quizás no elegimos bien la excursión (al principio de un viaje, todo NO se puede hacer, esto es una máxima ligada a la cordura del viajero improvisador) o quizás no tuvimos suerte el día que visitamos Península Valdés; lo cierto es que vimos pingüinos (al otro lado de la valla) y majestuosas manadas de elefantes marinos a lo lejos, en la playa (también al otro lado de la valla).  Cierto es que tiene que haber vallas, aunque en lugares como Punta Tombo o Punta Loma no las haya y eso atraiga más turistas que quieren mezclarse con la naturaleza en estado salvaje (quizás menos ecológico pero más emocionante); así que nos quedamos sin orcas destrozando focas en la playa, pero vimos pequeñas maravillas como armadillos, tarántulas, ñandúes y guanacos saltando frente a nuestros ojos... y seguimos rumbo al sur!


En Puerto Pirámides




Río Gallegos es la segunda ciudad más ventosa del mundo después de Wellington, parece que vamos tras ellas. Tiene fama de ser un lugar gris y sin encanto... pero como alguien dijo una vez, las ciudades tienen siempre algo de gris y de poesía en diferentes porcentajes, todo depende de los ojos del que mira. Para nosotros, Río Gallegos era un lugar de descanso antes de continuar viaje y también el sitio donde dejaríamos de ser vírgenes en esto del Couchsurfing -http://es.wikipedia.org/wiki/CouchSurfing- de la mano de Clara, un alma viajera de increíble generosidad que nos abrió las puertas de su casa y de su corazón. A través de ella conocimos también a Ricardo el piloto, a él no le gusta que le digan así pero para el resto de los mortales es tan emocionante volar! sobre todo en lugares con un viento tan extremo. Ricardo y Clara nos llevaron a conocer la Laguna Azul, increíble formación de agua de profundidad desconocida en el cráter de un volcán inactivo. Mate y facturas (aquí le dicen así a la bollería) acompañaron la velada. 
Gracias a los relatos de viajes de Clara, decidimos cambiar de orientación y seguir rumbo a El Calafate donde nos esperaba imponente el glaciar Perito Moreno (rozando frontera con Chile, qué nervios!).


Laguna Azul (Río Gallegos)


Este glaciar supone algo inmenso para el que lo contempla, es indescriptible la grandiosidad que transmiten sus 5 kilómetros de longitud de hielo aflorando sobre el agua, uno se puede quedar horas contemplándolo, esperando a que se resquebraje alguna de sus extremidades, deleitándose con los enormes crujidos del hielo que llegan a nuestros oídos segundos después que a nuestra vista. ¿Su profundidad total? 170 metracos, ahí queda eso! Sin duda es la mayor atracción del Parque Nacional de los Glaciares y la más cara (en Sudamérica hay que pagar por entrar en la naturaleza, así es, una pequeña mediana o gran aportación al mantenimiento de TODOS sus parque nacionales). Uno de nuestros caprichos en este viaje era caminar por encima del glaciar, una excursión de 6 horas, 4 sobre el hielo, crampones en los pies y un guía experimentado que te lleva a ver lugares particulares donde el avance del hielo hace estragos y los rayos de sol crean bonitos riachuelos de los que beber agua rica. Una experiencia muy bella que termina con un wiskhy on the rocks acompañado de alfajor en el barco de vuelta a la ciudad.




Glaciar Perito Moreno


Trekking on ice

Reserva Ecológica Laguna Nímez (El Calafate)

A tres horas en bus de El Calafate está El Chaltén, una mini ciudad en el valle rodeada de montañas y hecha por y para el turismo plagada de restaurantes, hoteles y tiendas molonguis (el único lugar en el que no hay que pagar, INCREÍBLE! y sin embargo uno de los más bellos y mejor cuidados). Calafate también tiene ese aroma a villa turista en cada rincón, más adelante veríamos otros lugares parecidos, con mucha madera artesana adornando pórticos, soportales y locales varios, donde hay que buscar meticulosamente un restaurante cuya relación calidad precio sea decente. 
En el Chaltén, algunos albergues lucen carteles de "no se admiten israelíes", lo cual nos pareció un poquito heavy teniendo en cuenta la historia de este pueblo; sin embargo, pudimos comprobar en nuestras propias carnes el porqué de semejante aviso. Fuimos a parar a un hospedaje donde todos los huéspedes eran israelíes expecto nosotros dos (38 vs 2) y fue un pequeño suplicio tanto durante la noche como durante el día, de tal manera que al dueño del lugar le dimos tanta pena que nos cambio a una de sus cabañitas alejadas del barullo de esta gente. En general muy irrespetuosos, en particular hay muchas excepciones y está muy feo eso de generalizar, especialmente cuando viajar significa ampliar horizontes tanto mentales como físicos.
Por su parte el Chaltén tiene lugares increíbles que pasear y acampar de manera libre y gratuita. Su estrella es el Monte Fitz Roy, imponente montaña de 3.405 metritos que, pese a no ser demasiado elevada, tiene la reputación de ser de difícil ascenso por su verticalidad y su composición de lajas pulidas y resbaladizas; si a esto se suman los vientos contastantes de velocidades extremas, se entiende que solamente lo hayan escalado con éxito en seis ocasiones, la última en 2012. A estas alturas ya estábamos acostumrados a los bruscos cambios de tiempo de Patagonia, tan pronto hace un sol abrasador como cae la nube y el día se va al carajo; depende de eso, los colores de las formaciones rocosas cambian bastante (y de los lagos, pastos, etc) así que uno se puede pasar horas y horas haciendo fotos del mismo pico o río, divertidísimo para nosotros, aburridísimo para todos vosotros... no se entiende por qué El Chaltén no es demasiado popular en los paquetes de viaje de Europa a la Argentina, especialmente estando tan cerca de Calafate. Toda una experiencia al aire libre. E insistimos, los colores de los lagos de textura lechosa son increíbles, esmeraldas y verdes debido al hielo que se derrite en alguna orilla de la mayoría de todos ellos. Un efecto parecido a lo que ocurre en el Parque Nacional de Chile Torres del Paine, uno de los lugares más increíbles de sudamérica... pero eso ya es otra historia.


Monte Fitz Roy

Río de las Vueltas a su paso por El Chaltén.

En Laguna Torre

Chorrillo del Salto

martes, febrero 10, 2015

Cono sur 2. Iguazú y Córdoba.

Yvy Pysignifica tierra colorada en Guaraní, se trata del tipo de suelo más fértil del mundo y su llamativo color proviene de su alto contenido en hierro y alúmina entre otros lo que la hace ideal para el cultivo de cannabis de alta calidad. En Argentina abarca la totalidad de la provincia de Misiones, donde se encuentran Iguazú y sus increíbles cataratas. De ahí que entrar o salir en bus requiera pasar por el obligado control policial perro incluído. Entonces comenzó nuestra relación amor-odio con las líneas de omnibus y sus eternos recorridos por uno de los países más grandes del mundo, el octavo para ser más exactos. Y sí, a quién se le ocurre recorrérse sus casi 3 millones de kilómetros cuadrados en bus? pues a nosotros, claro que sí. A tope de aventura.


Vistas desde el lado Brasileño


El salto más grande e impresionante de las Cataratas de Iguazú.


Vistas desde la orilla argentina.



Iguazú es espectacular, empezamos por el lado brasilero, por aquello de que hay que ver ambas orillas y también por tener otro sellito en el pasaporte, que nos pone bastante. Al bajar del bus, solamente el estruendo del agua al caer nos puso la piel de gallina. La panorámica de las cataratas es aún mejor, grandiosas podría ser la palabra que más las define. Es como para quedarse horas y horas mirando embobado. El lado argentino es menos panorámico y más de "meterse hasta la cocina", hay que navegar sí o sí debajo de esos chorros colosales... realmente merece la pena y ya de paso uno se refresca porque hace un calor!!!
Además de las cataratas visitamos Foz de Iguazú, ciudad a medio hacer fría y cero acogedora; y Puerto Iguazú que es otra historia, calles empedradas y el rojo de la tierra por todas partes con un encanto especial.
Y de ahí salimos pitando hacia Córdoba, donde nos esperaban Tristán y Euge (y sus amigos y sus familias, qué maravilla de personas!) para darnos una cálida bienvenida con asado, piscina y alfajor tras una larga noche de autobús de casi 20 horazas. Córdoba derretía las farolas, así que huímos hacia sus sierras llenas de rincones como el que Tristán conocía en Calamuchita. Don Vélez nos arrendó un par de días de fuegos de campamento, asados y chapuzones en el río. Entre esto y las comilonas familiares en Villa María (más familia, sí! había que hacerse la ruta de los parientes enterita y cómo nos gustó conocerlos a todos!!) nos pusimos unos quilitos encima muy pero que muy bien disfrutados.




Córdoba es la segunda ciudad más poblada de Argentina, tiene un punto cultureta que la hace muy atractiva, sus museos nos gustaron mucho (el de la memoria asentado en una antigua casa de tortura es escalofriante)  y sin duda es una ciudad más bondadosa para vivir y no morir en el intento que Buenos Aires.









Cientos de fotos de desaparecidos durante la Dictadura Militar Argentina (1976-1983) en el Pasaje Santa Catalina de Córdoba, junto al Museo de la Memoria.
Nuestro siguiente destino era el fin del mundo, tierra de fuego, pero nos parecíó un tramo demasiado largo especialmente para nuestros traseros; así que optamos por hacer varias etapas antes de llegar allí... pero eso ya es otra historia.