lunes, mayo 11, 2015

Cono Sur 5. Chile

Emocionados hicimos el camino de vuelta desde Tierra de Fuego hasta Punta Arenas (esta vez sin delfines juguetones, snif, snif). En pocos días íbamos a reencontrarnos con una de nuestras viajeras incondicionales con la que recorrimos parte de Nueva Zelanda, Marruecos y alguna que otra ciudad europea... la señorita Polaina! Así que el día diez de enero tomamos un avión hasta Puerto Montt, ciudad cercana al volcán que ha entrado en erupción recientemente... de aquella, a lo lejos, se veia muy bonito y manso, con su sombrerito de nieve en la cima y tal.

Bienvenida Hellen!


Mercado de Puerto Montt
 Se acercaba el ecuador de nuestro viaje, el tiempo cunde mucho cuando haces mil cosas cada día, éramos conscientes de que habían pasado casi dos meses desde que salimos de Londres; dos meses increíbles en los que aún no nos habían robado, ni asaltado, ni habíamos aparecido en una bañera con hielo y sin un riñón, ni se nos habían puesto las tripas del revés! nos estaba yendo muy pero que muy bien...
Vivimos felices los días junto a la señorita Polaina comiendo tartas y jugando al Carcassone, hizo buen tiempo en general y nos recorrimos la zona chilena de los lagos y parte de la Argentina con sus volcanes inactivos (Osorno y Puntiagudo), sus lagos ventosos, sus ríos verdosos (los saltos del río Petrohue) y sus moscas cojoneras (puf!). Chile es bastante más caro que Argentina, quizás por eso saltamos la frontera una vez más, o quizás simplemente por darle a nuestra acompañante el placer de tener un sello más en su pasaporte.

Lago de Todos Los Santos.

Volcanes Osorno y Puntiagudo

Recorrimos jubilosos la isla de Chiloé donde disfrutamos del mejor y más barato marisco que se pueda probar en el país y contemplamos atónitos el discurrir de la vida de sus aldeanos, "qué feliz es esta gente" no paraba de repetir nuestra amiga. Y probamos pisco sour muchas veces para que nos gustara en sus múltiples versiones (la más rica, con el limón licuado enterito con cáscara y todo). Subimos por la zona de los lagos tanto en Chile como en Argentina donde el turismo interno es tan intenso que nos obligó a cruzar la frontera de vuelta porque encontrar alojamiento asequible se convirtió en misión imposible. Eso sí, antes nos hicimos una excursión divina por los alrededores de Villa La Angostura. "Aquí habría que volver" nos dijimos, la zona es hermosísima y da para muchas caminatas, cámara y prismáticos en mano.

Ancud. Isla de Chiloé.


Artesania en Dalcahué.

Relax, cena y Carcassonne en Achao. 

En esa zona de Chile, existen fuertes vestigios alemanes en localidades como Puerto Varas o Frutillar, y es bastante sorprendente porque roza la misma sensación que tienes en un parque temático, como si todo fuese de mentira, como si las casitas germanas estuviesen allí para que los turistas las paseen y fotografien... no es demasiado llamativo para un europeo.

Museo Pablo Fierro. Puerto Varas

Parque Nacional Los Arrayanes. Villa La Angostura, Argentina.

Lago Nahuel Huapi.

Uno de los autobuses-cama más alucinantes del viaje (del que Iberia tiene muuucho que aprender) nos llevó a Santiago de Chile, reservamos un día para Valparaíso, sus grafitis inmensos y sus cerros plagados de casitas y funiculares. Qué lugar más castigado por terremotos e incendios... pero con un encanto bohemio que se respira en cada esquina. "Son turistas? entonces no vayan por ahí, les van a robar" y nos dimos la vuelta, obvio; no era la primera vez que alguien nos interrumpía un paseo con alguna advertencia similar. De alguna manera, nos sentimos muy protegidos por la gente que te encuentras en la calle; Sudamérica es un lugar increíble.

Uno de los muchos ascensores (alguno de ellos ya centenarios) que hay en la ciudad de Valparaíso.

Valparaíso y sus cerros.


Valparaíso nos gustó mucho, por contra Santiago de Chile nos dejó un poco... tibios? quizás le dedicamos demasiados días, quizás no es una ciudad vibrante de cultura underground como lo fue Buenos Aires, quizás no la encontramos, quizás nos habíamos creado muchas expectativas... Además la gastronomía chilena no es tan espectacular como la argentina, "no tienen espacio para que pasten las vacas" decían los argentinos... tienen varias cochinadas muy populares como la pichanga que es una mezcla de salchichas frankfurt, carne, patatas fritas y encurtidos; lo que viene siendo unas salchipapas con otros añadidos, algo de lo que huir si eres un amante de la comida sana. Ni una buena pastelería con tartas caseras consiguió encontrar la señorita Polaina antes de decirnos adiós y volar de vuelta a la patria. Eso sí, previamente fuimos al teatro un poquito, subimos al mirador de San Cristóbal para atalayar una ciudad cubierta por la neblina de la polución, nos dejamos caer por el espeluznante Museo de la Memoria, donde te explican todo lo acontecido el 11 de septiembre de 1973 y los posteriores años de la dura dictadura de Pinochet... una de esas cosas que no veremos nunca en España mientras haya tanto franquista nostálgico con poder. Y nos tomamos unos Terremotos en la Piojera (asqueroso brevaje de vino blanco, helado de piña y granadina... puaj!) eso sí, el lugar es el más emblemático de la ciudad, fue declarado "Monumento de los Sentimientos de la Nación", y por allí han pasado cinco Presidentes de Chile y famosos escritores. También paseamos por el barrio de Bellavista, donde se puede visitar la casa de Pablo Neruda y tomamos unas cervezas en sus abarrotadas terrazas, y por el Mercado Central, aunque ante tanta oferta de pequeños restaurantes no queda otra que cruzar los dedos y tener suerte con el elegido... nosotros no la tuvimos... Ah! y, por supuesto, pasamos por delante de la Moneda...

Santiago de Chile


Santiago de Chile... y su polución.
Ya por nuestra cuenta otra vez y añorando horrores una buena comida; nos dirigimos a Mendoza a través de uno de los pasos fronterizos más asombrosos, a 3.500 metros de altitud y muy próximos al Aconcagua, el pico más alto del continente, se nos caían los ojos de la emoción. Nuestro plan inicial era seguir subiendo el país con forma de guindilla hasta el desierto de Atacama, pero cambiamos de idea en parte porque es el lugar más caro de Sudamérica, en parte porque Tristán, Nico y Gabriele nos esperaban en Tucumán para alcanzar juntos la frontera con Bolivia y el plan nos apetecía tanto... pero eso ya es otra historia.