

Sídney es diferente, da la sensación de ser mucho más grande, aunque no sea así. Su centro vital es gigante, plagado de rascacielos, tráfico y monorraíles a unos metros sobre nuestras cabezas.
Quizás posee ese desorden de gran ciudad que la convierte en inabarcable y caótica. Pero no nos dimos por vencidos y nos la pateamos hasta donde nos dejó el cansancio. Entonces empezamos a descubrir rincones, callejuelas y barrios con magia como The Glebe, The Rocks, Woolloomoolloo (probablemente la única palabra en el mundo con ocho oes) o King Cross.
Sin embargo, tras diez días de urbe amanecimos un poco saturados y nos largamos al campo. Destino, Katoomba, pueblo al pie de las Blue Mountains o Montañas Azules dada la cantidad de eucaliptos que pueblan la zona cuyas hojas emiten unas partículas azuladas que inundan los fondos. Es un sitio muy popular donde vale la pena perderse durante unas horas por los senderos de sus bosques fluviales atiborrados de cascadas, escaleras, cuestas, miradores, puentes y escondrijos monopolizados por el musgo donde los árboles tienen pelos y la piedras son de peluche ¡je, je!.
Dieciséis horas después llegamos a Brisbane, nos hacemos viejos para meterle al cuerpo tanta caña en un autobús… habrá que hacerse rico para ir en avión a todos lados… hasta entonces bienvenidas seáis tortícolis y otras dolencias. En cualquier caso la capital de Queensland no tiene nada especial (no fotos), ciudad con rascacielos y río gordo recién desenterrada de las inundaciones de hace dos meses . La anécdota fue que comimos carne de canguro… ya que no pudimos ver ninguno ¡nos lo zampamos! (gracias naturaleza por ponernos en la cúspide de la cadena alimenticia). Y, a pesar de que en este país nos quedaron muuuuchas cosas por ver, nos fuimos, porque tenía que ser así… como reza la canción del Dúo Dinámico “el final del verano llegó y tú partirás…”; ¡pero volveremos!
Qué pasada. Yo vi en el canal viajar una especie de serie de reportajes tipo callejeros en bondi beach, al que no salvaban de morir ahogado o de sobredosis, le tenían que curar un pedazo de corte provocado por una tabla de windsurf, o lo sacaban de que las olas lo estrellaran contra unas rocas o le habían robado la bolsa o era el ladrón que había robado a alguien y unos canis australianos le querían apalear... :)
ResponderEliminarHola bonita! Te he dejado un premio en mi blog. Pásate cuando puedas.
ResponderEliminarBesitos!!
O.