“En Buenos Aires brilla el sol y un par de pibes, en la
esquina, inventan una solución. En Buenos Aires todo vuela, la alegría, la
anarquía, la bondad, la desesperación. Y Buenos Aires es un bicho que camina,
ensortijado entre los sueños y la confusión.” Fito Paez.
… la ciudad que arrasa el corazón del viajero si este va más
allá de las cacas de perro y la basura desperdigada que cubre sus destartaladas
calles. Llena de vida, latente en cada esquina ofrece una amplia oferta de ocio
y diversión. Allí sentimos el tam tam de la percusión improvisada con La Bomba
del Tiempo, vibramos con los bailes salvajes de arte-circense de la mano de
Fuerza Bruta, saltamos hasta la extenuación con todos los punkarras sudorosos
–puag!- de la provincia en un conciertazo de Extremoduro, arrastramos las
puntas de nuestros pies a ritmo de tango y empanada en La Catedral, y sobre
todo comimos carne, muuuucha carne… y dulce de leche naturalmente, bendito
alfajor!
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La Bomba del Tiempo |
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Fuerza Bruta |
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Fuerza Bruta |
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Tango en La Catedral |
Aunque en cada viaje
que comienza, la primera reacción es ser cauteloso con el dinero, en esta
ocasión no tardaríamos mucho en darnos cuenta de lo barato que es zumbarse un
choripán o cualquier otra delicatesen entre dos pedazos de barra en esta ciudad.
Ay mi Buenos Aires querido! que decía Gardel…
¿Diez días dan para patearse una ciudad de 8 millones de
habitantes? Por supuesto que no, hicimos lo que pudimos que no fue poco
compartiendo andanzas con el Gabriele con el que ya habíamos compartido en la
isla norte de Nueva Zelanda cuatro años atrás. El equipo se reunía de nuevo.
Subimos hasta Tigre, navegamos sus canales y fotografiamos
una y mil veces (literalmente) las mansiones y chavolitas todas elevadas unos
centímetros sobre el suelo pantanoso que bien se podría comparar con la Nueva
Orleans que uno tiene en mente sin haber estado nunca en ella. Recorrimos San
Telmo desde su plaza Dorrego, el corazón de un barrio romántico y viejuno que aún
guarda pequeñas joyas como Bar El Federal al que nos llevó Agnese -una italiana
con medio corazón en la Argentina-; pasamos por el vanguardista Palermo de camino a Recoleta subimos hasta la estación Retiro donde una
barriada (villas miserias le llaman aquí) se asienta a escasos metros del
Sheraton.
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Villa Miseria |
Saltamos al exclusivo Puerto Madero donde todo parecía de cartón
piedra, un decorado de fábricas y preciosos astilleros restaurados por y para
el turista. Y nos perdimos entre las calles del controvertido barrio de La Boca
donde nos zampamos uno de los mejores y más baratos bocadillos de toda la
ciudad de la mano de Alberto. “Esto que ustedes están haciendo ahora, comer en
medio de la calle y charlar con nosotros, no lo podrían haber hecho en 2001 ni
locos, muy peligroso era este barrio… pero ahora es mejor”.
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Puerto Madero, Recoleta, Casa Rosada, el Parlamento |
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San Telmo |
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La Boca y el Tigre |
Cuando llovía, nos quedábamos en el patio interior de la
casa colonial de Ignacio donde nos alquilaba un habitación; o bien nos refugiábamos
en un cine INCAA, asociación de cinematografía gubernamental que subvenciona
muchas mierdas –y por eso a mucha gente no le gusta- pero que de vez en cuando
florece alguna perla como “Relatos Salvajes”, una tragicomedia imperdible a
golpe de minihistorias que le sacan las carcajadas al espectador a no ser,
claro, que éste esté muerto; además coproduce El Deseo y todo apunta a que
arrasará también en los Goya de este año. Así que hoy podemos decir que NO, no
todo el cine argentino es brillante, sin embargo, lo que traspasa el Atlántico
sí lo es y que viva!
“Igual nos veis y pensáis que vivimos bien, pero el problema
de este país es que si uno quiere trabajar y prosperar no le dejan” decían mis
primos de regreso a la ciudad después de un par de días en casa de la tía
en Luján. Jamás imaginamos que conocer a nuestra familia de este lado del
Atlántico fuese tan divertido y por descontado los asados y dulces… y las
advertencias y los cuidados; no hables con el móvil por la calle, no lleves
joyas voluptuosas ni relojes aparentemente caros a la vista, no manejes dinero
en público… ya lo decían los Fabulosos Cadillacs “Arde de sirenas y de canas
Buenos Aires arde de violencia ya se quema Buenos Aires”… Creo que de todos
modos nuestro aspecto nos delata, europeos, pero pobres. Luego te das cuenta de
que Buenos Aires está a años luz del resto de Argentina en cuanto a seguridad…
pero eso ya es otra historia.
Dónde está el botón de 'me encanta'??? Contadnos más cosicas....
ResponderEliminarGracias Ruth! nos tenemos que poner al día y escribir un poquito más rápido, jejeje! muchos besos!
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