miércoles, enero 05, 2011
Navidades veraniegas en Gisborne
A la vuelta de Paihia, donde establecimos nuestro campo base para visitar Northland, hicimos parada y fonda en Auckland, allí despedimos a Gabriele, el chef de la expedición (le echamos de menos… y no sólo por ese toque italiano para cocinar pasta de mil y una maneras diferentes) que continúa con su viaje por el sudeste asiático.
En nuestro punto de mira se situaba Gisborne. Sus habitantes presumen de que su ciudad es la primera que ve el amanecer de cada nuevo día... resumiendo… es la ciudad de cierta envergadura más próxima a la Línea Internacional de cambio de fecha.
Por el camino, en Hamilton, despedimos también a Matthias que se iba a Raglan, en la costa oeste, a practicar surf… así que de golpe nos quedamos los tres solitos: Maribel y nosotros dos.
Como iba diciendo: sin prisa (con Maribel eso no es difícil de conseguir…) pero sin pausa nos dirigimos al extremo este de Nueva Zelanda. Allí nos esperaban Brony, una de nuestras profesoras de la academia de inglés con la que hicimos muy buenas migas, Rene, su marido, y sus familias, que nos habían invitado a pasar las navidades con ellos.
Y realmente fueron unas navidades especiales, la primera razón, la obvia, estábamos en pleno verano! Bañador, crema solar, chanclas… los imprescindibles para pasar esos días. Especiales por la amabilidad con que nos acogieron en sus casas y en sus mesas en unas fechas para pasar en familia, con las nuestras a 20.000 kilómetros de distancia. Y aunque el menú varia respecto al que estamos acostumbrados, aquí se pasan el día de Navidad comiendo y bebiendo hasta reventar. Quizás lo más llamativo para nosotros fue el desayuno a base de pancakes, fruta recién recolectada en el jardín, nata montada, miel, sirope, zumos naturales y champagne… tan sólo dos horas después, una copiosa barbacoa que habría hecho las delicias de Astérix y cía… y para cenar una fiesta mexicana, piñata en forma de unicornio rosa incluida, a la que aportamos una tortilla de patata que no quedó del todo mal. Posteriormente tocaba el intercambio de regalos siguiendo las normas del “Santa Invisible”, escoges un paquete de la cesta o robas alguno que ya esté abierto si te gusta más.
Como despedida les preparamos unas paellitas (una de marisco sin mucho marisco y otra vegetariana) que estaban para rechupetearse los dedos de los pies (modestia aparte…)
Y tomamos la carretera SH35, que rodea el Cabo del Este… Wainiu Beach, AnauraBay (incredible violeta amanecer), Te Araroa, MaraheakoBay, Hawai Beach, Matata… un tramo de playas doradas y acantilados espectaculares, tan espectaculares como el precio de la gasolina en esa carretera por cierto… que no figuran en las habituales rutas para turistas.
Y acabamos en Tauranga para pasar la Nochevieja, con la confirmación definitiva de que Kike y Elena se unirían a nosotros en unos pocos días.
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Y nosotros aquí con el cielo panza burro y los árboles pelados...
ResponderEliminar¡Que disfrutéis!
¡gracias, majete! un beso grande ¡caminando del revés! ¡te queremos!
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