Esa noche nos quedamos en casa de Steve y de Mike y de Dot y de Ruth, y además estaba Mark... no nos cansaremos de darles las gracias a todos ellos por acojernos a los 4 y, por supuesto, por la estupenda cena que nos prepararon para la noche del domingo con su respectiva timba de póquer (en la que, por nuestra parte, tan sólo Elena salvó el honor y ganó algo de dinero). Además se nos unieron Brony y Rene... y Rachel y estábamos de celebración ya que a las doce de la noche Rut cumplía años, pero no diremos cuántos, vale? A pesar del incidente con la tarta (que tampoco detallaremos... a no ser que nos lo preguntéis...) nos lo pasamos en grande ese fin de semana y nos dio muchísima pena dejar Wellington y despedirnos de toda la gente.
Pero el ferry nos esperaba, y a las 2 y media de la madrugada teníamos que estar preparados para embarcar... hubiera sido conveniente haber averiguado con antelación que Wellington tiene dos muelles, uno para cada compañía de ferries... nosotros no lo hicimos y, por supuesto, nos fuimos al muelle equivocado. Por suerte, ibamos con el tiempo suficiente para rectificar nuestro error. La idea (sobretodo de Rut) era tomar ese ferry nocturno para ver amanecer desde la cubierta del barco, mientras éste se adentraba en los Marlborough Sounds... pues nada de eso, la vida nocturna de Wellington hacía mella en nuestros cuerpos, así que después de meter el coche, nos hicimos con tres asientos cada uno, ropa de abrigo y a dormir hasta que el ferry atracó en Picton... y, claro, ya era de día... y nos esperaba un largo viaje hasta la zona norte del Abel Tasman National Park, una de las visitas imprescindibles del país. Después de carreteras tortuosas y de una ascensión a un monte de cuyo nombre no me quiero acordar, llegamos al enorme Camping del DOC (Department of Conservation) en Totaranaui, algo aislado, sobretodo si tu medio de transporte se llama Maribel... y al llegar nos dimos cuenta de que no teníamos comida suficiente para los dos días que íbamos a pasar allí. Sobre ello reflexionábamos caminando por la arena de una fantástica playa, cuando Elena empezó a recolectar almejas que se convertirían en nuestra cena por dos noches, la segunda acompañadas de mejillones... esto sí es marisco fresco! Con el par de ostras que recolectamos ya no nos atrevimos...
Uno de nuestros objetivos en la zona era alquilar unos kayaks pero los precios eran bastante más altos de los que esperábamos, así que nos conformamos con realizar partes de la gran caminata (de 5 días!!) que recorre todo el parque nacional.
Nuestra última noche en la zona la pasamos en Motueka, al día siguiente empezaríamos a descender para alcanzar la salvaje costa oeste de la Isla Sur, nos esperaba otro largo día de viaje... pero no podíamos desaprovechar la ocasión de empezar nuestras batallas a 4 del Carcassone.
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